¿Te sirvo un poquito más?... no gracias

El sábado pasado me quedé atónita cuando vi mi historia clínica. Hice una visita a un hospital después de diez años y mientras el doctor le hacía un chequeo a mi tía, fisgoneé mis datos allá por el año 1998. Quedé sorprendia cuando vi mi peso en ese entonces: 9 kilos menos ¡Nooooo!

Siempre he sido llenita y de buen diente, la gordita del salón, la cachetona, etc. Hubieron épocas que con mucha voluntad bajé de peso pero luego de un tiempo mis instintos se desbordaban y volvía a adquirir la pancita, los rollos, el chunchuli, pero no recordaba que a los 17 estaba tan ligera.

Conservo fotos de diferentes años de mi vida, y debo aceptar que de los 14 a los 17 tenía un peso ideal pero después que empecé con mi vida universitaria, juerguera y sedentaria descuidé mi físico. A los 18 años mi mamá ya no vivía conmigo, entonces empecé a comer fuera la mayoría de veces, a picotear antojitos entre comidas al estudiar, etc.

Imagino que poco a poco empecé a ganar peso y me fui acostumbrando a la idea, cuando la ropa me quedaba muy incómoda recién en ese momento hacia dieta y un poco de ejercicios pero tiempo después que llegaba al peso que quería volvía a mis andanzas. Como no quería aceptar el aumento de mis medidas prefería no comprar ropa nueva de mayor talla, me las arreglaba con lo que tenía, compraba muy de vez en cuando ropa poco llamativa y me acostumbré a vivir de esa manera.

No es sano ni estético tener sobrepeso, pasar la barrera de los 5 kilos y peor aún la de los 10. Siempre he escuchado miles de consejos para bajar de peso, desde los más descabellados, aparatos y cremas milagrosas por televisión, mil un dietas, gimnasios, etc. He conocido muchas personas que quieren aconsejar al respecto, alguno ex gorditos y otros que jamás en su vida han hecho dietas ni ejercicios pero siento que en cada caso es distinto, porque cada uno de nosotros tenemos diferentes experiencias de vida y respondemos de diversas maneras a lo que nos toca vivir.

Hace unas semanas he comenzado a ir al gimnasio nuevamente y a manejar mejor el tema de mis comidas. Veremos qué pasa. Espero que una vez que se termine mi contrato en este gimnasio me mantenga en un buen peso, continue llevando una vida más saludable que permita desarrollar con soltura mis actividades, y que la imagen que proyecte en el espejo me haga un poquito más feliz y satisfecha.





P.d: Parece que quedó como un testimonio de la revista Prevention!! Jajaja :P