No conocía Lunahuana, sabía que estaba de Cañete para adentro y que era un lugar famoso para practicar deportes de aventura. Canotaje, kayac, "puenting", escalada, etc. No, no hice canotaje en mi viaje de promoción, mis compañeros arrugaron y solo dos nos quedamos con las ganas.
Diez años después,"M" me animó para medir mi valor y yo acepté el reto. Así fue como el jueves santo abordamos un bus rumbo a nuestro caluroso destino. Era una buena oportunidad para alejarnos de la rutina y hacer un viaje completamente solos, sin amigos ni familia de por medio, como el que hicimos a Paracas, para nuestro aniversario en el 2005.
Llegamos a Lunahuana y no encontramos lugar para hospedarnos, por suerte la gente del lugar es muy amable y un mototaxista nos dijo que una señora alquilaba carpas en su jardín. La carpa no estaba nada mal y tenía dos bolsas de dormir, no nos hicimos paltas y cerramos el trato al toque.
La misma señora nos recomendó a "Turismo Candela" para hacer canotaje. Nosotros, ni cortos ni perezosos sacamos cupo para la mañana siguiente. La verdad que yo no estaba muy nerviosa, total íbamos a ser una mancha de 8 personas. "Nada malo puede pasar" me dije, "Además, si caigo, no caeré sola."
El hablador de "M" también quería hacer escalada, bicicleta de montaña, puenting, en fin todo. Él siempre me quiere demostrar que es muy valiente porque sabe que en algunas cosas puedo ser bien "arruga".
- "Ah no, puenting nica".
No pensaba hacer espectáculos de miedo y angustia extrema, suficiente roche pasé la primera vez que hice sandboard en las Dunas de Ica. Hacer show delante de un par de criaturas con sus padres, fue too much.
Admito que soy un poco "gallinacea" para los deportes extremos. Sí, se debe a la mamitis aguda que tuve de mocosa( dije "tuve", créanme por ahora) y al complejo de hija única.
Una miradita al pasado de Mafa: mi mamá me compró un skate y una tabla cuando tenía 10 años, la tabla jamás de los jamases me permitió usarla en la playa y tampoco pensaba llevarla a la piscina pues ¡Que roche!. No podía quedar mal ¡Que iba a decir Sofi!El skate lo usé poco, no iba a gran velocidad, lento pero seguro, y como no tenía muchas amigas en el colegio que usaran skate, luego de cuatro meses lo dejé. Cosas del género, ni modo. Con el tiempo la tabla "rosada" se vendió en Polvos Azules y el skate "verde de Batman" se lo regalé a un amiguito de Trujillo cinco años después.Continuando con la historia, a la mañana siguiente era mi encuentro con el destino, luego de una noche muy linda con vino, harto chape y sus especias, me tocaba darle la cara al río.
Se demoraron un poco al pasar a recogernos porque estaban esperando a cuatro chicas que no llegaron debido a un cuadro de delirium tremens. La noche anterior en la Plaza de Armas habían un montón de sitios para disfrutar del vino, la cachina y del pisco lunahuanense, fácil las pobres ni llegaron a su hospedaje.
En la movilidad solo estaba el instructor con sus dos amigos. Luego de un buen rato por la carretera, llegamos a la ladera del río propicia para iniciar el recorrido en bote. Allí nos encontramos con un par de grupos recibiendo instrucciones, en medio de varias quinceañeras pude reconocer un chico que había llevado un par de cursos conmigo en Generales Letras, él estaba también con su pareja.
Mi guía, Percy, nos pasó los chalecos y los cascos, dió un par de instrucciones para sujetar y manejar el remo y lo siguiente fue "¡Al agua Patos!".
Al principio el bote estaba siendo sujetado contra la corriente para poder subir. Una vez arriba, teníamos que colocar cada pie en un sujetador y sentarnos al borde.
Cuando todos estábamos listos para partir, no sé que movimiento extraño hizo el instructor, creo que al girar el bote hacia la corriente, como resultado del remesón tuve mi primera caída dentro.
En ese momento me frikeé un poco y no quería sentarme de nuevo al borde. Por suerte todos me animaron para hacerlo, pero yo ya no quería remar, solo sujetarme fuerte para no caerme. Mi bloqueo mental duró unos cuantos minutos, cuando el valor regresó a mi cuerpo pude empezar a disfrutar de la experiencia.
En una ocasión más, "M" y yo caímos sentados dentro del bote, pero rápidamente volvimos a nuestra posición de alerta. Todos unos rangers, jajaja.
¡¡Fue excelente!! El cauce del río estaba alto y bien cargado, nos caía un montón de agua y era refrescante. Íbamos a una buena velocidad y de rato en rato se sentía la corriente muy rebelde. El paseo fue muy emocionante y divertido. Lástima que duró sólo 40 minutos.
¿Lo repetiré? Por supuesto, pero me gustaría ir a probar la corriente del Santa o del Urubamba.